jueves, 30 de octubre de 2014

domingo, 12 de octubre de 2014

Reflexión sobre el reportero de guerra.




En estos tiempo, donde cualquiera puede tomar una fotografía y mediante internet creemos estar al tanto de todo lo que ocurre en cada rincón del mundo, también nos distrae de los conflictos y problemas más serios de nuestro planeta. Ya no llegan las mismas imágenes sin adulterar de lo que de verdad ocurre en países en guerra, o la más que precaria situación en la que viven cientos de países por debajo del nivel mínimo de pobreza.

Años atrás, estaba mucho más extendido el reportero gráfico de guerra, el cual no se veía influenciado (o al menos en menor medida) por ideales o negocios, sólo se encargaba de coger su cámara e introducirse donde a la mayoría de las personas del "primer mundo" ni siquiera puede llegar a imaginar, nada más que con el fin de intentar crear conciencia e intentar poner solución mediante todos nosotros. Ésta era la labor de por ejemplo el colectivo "Bang-bang Club", un grupo de fotógrafos que se caracterizaba por sumergirse en los sitios más conflictivos para mostrar las imágenes reales de lo que ocurría. João Silva, uno de los integrantes de este grupo, perdió sus piernas mientras cubría un reportaje al explosionar una mina, otros incluso, como Ken Oosterbroek moría tiroteado con su cámara en mano junto a sus compañeros. Ponían su integridad física en juego.














 

 João Silva.





                                       Ken Oosterbroek.




Muchas fotografías son premiadas, y es por esto quizá por lo que se abre el debate de si los reporteros de guerra son carroñeros o si de verdad buscan concienciar al mundo. Bien es cierto que necesitan masacres o grandes problemas que llamen la atención, cuanto mayor sea el conflicto mayor impacto creará en el espectador. Pero el fotógrafo es un mero informador, por muy cruel que parezca, él solo no puede salvar la vida de la gente con la que se tope su cámara, no dispondría de medios suficientes, para ello existen cientos de organizaciones que sí se dedican expresamente a ayudar a estas personas y gracias al trabajo del reportero, estas organizaciones cuentan con trabajadores y voluntarios en sus filas a la vez que donaciones.

Lo que sí es cierto, es que siempre será más fácil culpar a alguien que autocriticarse. Buscar la manera de culpar al fotógrafo en vez de evaluarse a sí mismo e intentar poner remedio. En muchas ocasiones, los reporteros se ven afectados por numerosas críticas que se ven aumentadas por medios de comunicación con el fin de desprestigiar a dichos fotógrafos y así beneficiarse ellos. Kevin Carter, conocido reportero gráfico, terminó con su vida cansado de críticas, muchas de ellas por su reconocida y premiada fotografía y por su estilo de vida.





Kevin Carter.




Nadie critica lo que le favorece, pero si capturas momentos en los que repercutirá en las emociones del espectador, muchas veces serás criticado. James Natchwey, al igual que tantos otros, es criticado por la dureza y cercanía de sus capturas a personas y lugares que la mayoría de las personas evitan conocer su situación.




















 James Natchwey.



Como conclusión diré que a pesar de la pérdida de este estilo fotográfico, de que creamos que estamos preparados para ver todo tipo de imágenes y pensemos que estamos al tanto de todo, detrás de todos los medios de comunicación se esconde lo que ocurre de verdad en países más alejados de nosotros, donde la vida vale muy poco, y lo poco que se sabe es de personas como ellos, fotógrafos que ponen su vida en juego para hacer eco en la sociedad.


Friedrich Nietzsche. "La mentira más común es aquella con la que un hombre se engaña a sí mismo."